La clave está en ser realista con tus ingresos y gastos. Recomendamos empezar registrando todos tus gastos durante un mes completo, incluyendo esos pequeños cafés y compras impulsivas. Después, clasifica los gastos en esenciales y opcionales. Un buen presupuesto debe incluir al menos un 10% para emergencias y otro 10% para objetivos a largo plazo. Muchas familias fallan porque son demasiado restrictivos al principio.

El fondo de emergencia ideal equivale a entre 3 y 6 meses de gastos esenciales. Si tienes trabajo estable, con 3-4 meses puede ser suficiente. Si eres autónomo o trabajas en un sector inestable, apunta a 6 meses. No te agobies si no puedes ahorrar esta cantidad de inmediato. Empieza con 500€ y ve aumentando gradualmente. Lo importante es tener algo separado para imprevistos.

Depende del tipo de deuda. Si tienes deudas de tarjetas de crédito o préstamos personales con intereses altos (más del 7-8%), prioriza pagarlas. Sin embargo, si solo tienes hipoteca con un interés bajo, puedes combinar pagos extra con inversiones conservadoras. La regla general: elimina primero las deudas caras, mantén un fondo de emergencia básico, y después considera invertir lo que te sobre.

El seguro de vida cobra sentido cuando otras personas dependen económicamente de ti. Si tienes hijos, hipoteca o tu pareja no podría mantener el nivel de vida actual sin tus ingresos, entonces necesitas cobertura. Los mejores momentos son: al tener hijos, al comprar casa, o cuando tus ingresos se vuelven fundamentales para la familia. Como regla práctica, la cobertura debería ser de 8-10 veces tu salario anual.

Empieza con el ejemplo diario. Explícales por qué comparas precios, por qué ahorras para vacaciones, o por qué no compras algo impulsivamente. A partir de los 8-10 años, puedes darles una pequeña paga semanal y enseñarles a dividirla en gastar, ahorrar y compartir. Involúcralos en decisiones familiares apropiadas para su edad, como elegir entre actividades extraescolares considerando el presupuesto familiar.